Cuando alguien me dice, y siempre de dudosa reputación, ¨ vamos a levantar morritas¨, me imagino que varias morritas se resbalaron y cayeron y tienen complicaciones para levantarse. Como cuando se deslavan rocas de la carretera y hay que quitarlas del camino porque son un peligro para los conductores. Lo escucho algo así como: ¨vamos a limpiar el Cañón de Doña Petra¨ o ¨vamos a llevar cobijas a los damnificados¨. Y lo siento como un servicio social. Como un deber con la comunidad, aunque no esté muy seguro de qué es una morrita. Porque pienso que en el imaginario de la sociedad ensenadense, una morrita es como una chica, creo. Aunque no estoy seguro que tan chica. Y de qué tipo de chica, si de edad o de tamaño. Tampoco tengo muy claro en qué consistirán sus problemas para levantase por sí solas. Ustedes entienden, ¿no? Porque yo esto lo veo muy confuso. O sea, ¿para qué ir a levantar morritas, pues? Y si ellas no quieren que las levanten. ¿Y si les gustan quedarse ahí, no sé, abajo o donde sea que estén y no quieren ser molestadas? Y si están tiradas en la arena tomando en sol, por ejemplo, bronceándose. ¿Quién en esas agradables condiciones quisiera ser interrumpido para ser levantado o en este caso levantada? He buscado en libros especializados diferentes estudios sobre el caso morrita y el vamos a levantar. Y adivinen qué: nada.

Creo que aquí hay un interesante tema de investigación para distintas disciplinas como la sociología, la psicología, la filosofía, el derecho, la antropología y anatomía, entre otras. Ustedes saben más que yo. Ustedes dirán.  Entonces, cuando alguien me dice: ¨oye, vamos a levantar morritas¨, me pongo a pensar cuidadosamente, a veces por segundos, a veces por minutos, a veces por días (perdí un vuelo por ello), y entonces, al final, digo que no. Y no es que no sea muy solidario con las causas comunes, sino que procuro sacarle la vuelta a una cuestión que es propuesta, en la mayoría de las veces, por personas de dudosa reputación.

Luis Damian Garibay

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