Acabamos de iniciar el ciclo escolar y de manera especial, me conmueven mis alumnos de primero de secundaria, dejar la primaria y ser “oficialmente” un adolescente, es un cambio abrupto, andan por la escuela como atarantados. Por eso empezamos con actividades de autoreconocimiento, para aprender a verse a sí mismo y amortiguar el golpe, ver que los demás, están igual o más confundidos.

Así con lápiz o pincel en mano, cada uno va imprimiendo los detalles que sobresalen de la propia persona, es un ejercicio divertido, conmovedor y reflexivo a su vez; hay quienes son solo un rostro, hay quienes colocan frases, colores, pensamientos, unos hacen visibles sus órganos o se ven como un muñeco de palitos, con uniforme o trajes ficticios, atados a objetos o personas, en movimiento o estáticos, divertidos, enojados o tristes. ¿Cómo me veo? ¿Soy un costal de defectos? ¿Seré hermos@? ¿Soy rar@? Cada autorretrato es como ver a través de ellos, con algunos rio, hay casos en los que no puedo contener un abrazo y decir: eres hermosa… Y para mi sorpresa, ¡lloran! ¿A caso nadie se los ha dicho antes? ¿Qué habremos hecho “los grandes” para que ellos sientan vergüenza de sí mismos?

 

Siempre me es curioso que los jóvenes no quieran mostrar sus autorretratos, aunque pidan ver los de otros; les es difícil verse y temen confiar. Pudiera pensarse que esas dudas son propias de la adolescencia y que pasada esa etapa sabremos quienes somos y no dudaremos más, pero no es así, la sociedad es confusa, te motiva a ser tú mismo y a su vez te juzga por ello; coloca objetivos que se deben alcanzar uno a uno según tu edad, si esperas ser aceptado, terminar la escuela, vestir de cierta manera, tener un trabajo estable, casarte, tener hijos, y así toda la vida, actuando para contar con la aprobación, de papá y mamá, de los amigos, de profesores y hasta de desconocidos. Pareciera que la razón y los principios se hacen de lado para recibir un entrenamiento y pensar y actuar de acuerdo al “instructivo”. Y ese es el desafío más grande en mi aula, limpiar la mente de estigmas, miedos y culpas, ese es el principio para la verdadera lección, no solo de mi clase sino de esta vida, amar; a mi persona, a mis semejantes y a mi entorno, amar sin clasificar, sin categorías, sin límites y sin condicionar. Entonces partimos del autoconocimiento, de aceptarme y cuidarme tal cual soy, con los colores que elegí, con las formas, con las sombras y la luz; para poder ver en los demás, el mismo valor y necesidad de amar, que yo tengo.

Todos los trabajos son diferentes, es por tanto, una actividad sobre diversidad también, y apreciar la diversidad, es sin duda uno de los retos más urgentes en la actualidad, vivimos rodeados de estereotipos que siembran exclusión y odio; por eso me gusta empezar y terminar con autorretratos, la primera lección del ciclo escolar es reconocernos como seres valiosos, y al final: ¿Me reconozco valioso? ¿Reconozco valioso a todo ser humano?

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