Una mañana, muy tempranito
se despertaba el pequeño Betito.

Su pijama se cambiaba,
mientras su mamá
los zapatos le boleaba.

De repente y con gran sorpresa
en su brazo encontró un lunar
en forma de estrella.

– Hola estrellita. ¿Qué haces ahí?
– Estoy escondiéndome. <<Dijo titiritando de miedo.>>
– ¿De quién? <<Interesado Betito preguntaba.>>
– ¡Del espacio exterior!, es frío y oscuro. <<La pobre asustada respondía.>>
– Mmm… bueno <<con cara pensante Betito decía.>> Escóndete, pero promete que te portarás bien.

<<Betito le ayudó porque también a la oscuridad le temía. >>
– Sí, te lo prometo. <<y de la emoción la estrellita se reía. >>

Así, Betito siguió arreglándose para la escuela,
pero a su madre muy tarde se le hacía.
Así que corriendo deprisa
Betito no se dio cuenta que con un gallito
en la cabeza, al micro se subía.

Cuando al patio de su escuela llegó
a todos sus compañeros saludó.

Quiso mostrarle a todos su pequeña amiga
pero ella dejarse ver, no quería
y por eso del brazo hacia el codo corría.

– Ándale estrellita, ¡asómate! <<Betito suplicaba.>>
– ¡No quiero! <<La estrellita, emberrinchada, gritaba.>>
– Tienes que portarte bien, ¿te acuerdas? ¡tú lo prometiste! <<Betito enojado estaba.>>

El pobre niño comenzó a llorar
y como nadie caso le hacía
alzó los brazos y se comenzó a desgreñar.
– ¡Ahh! ¡Tú me caes muy mal estrellita!

<<Decía el niño mientras sus cabellos revolvía.>>

La maestra, del griterío, cuenta se dio
y apurada a Betito se acercó.
– ¿Qué tienes pequeño, comezón?, ¡tienes piojos! ¡qué lata, de seguro todo 1°A ya los tiene!

La maestra lo llevó a la enfermería
para inspeccionar
si en verdad piojos tenía,
así que lo sentó a esperar.

– ¿Dónde estás, estrellita?, ¿por qué no sales?, ¡ya sé, te cantaré! ¿Estrellita, dónde éstas?
La-la, la-la, la-lala… ¡Ay! No sirve, ya no me acuerdo cómo sigue… <<Betito triste se ponía.>>
– ¿Me llamabas?, ¡estoy acá arriba!
– ¿En dónde? <<y Betito al techo miró>>
– En tu cabeza, entre tu cabello.
– ¡Ahh! <<Alivianado decía>> pensé que te habías ido.

De repente la enfermera llegó
a despeinarlo
con un cepillo antipiojos
entonces cuenta se dio
que algo se movía.

¡Era la estrella!
pero la enfermera pensó
que muchos piojos había,
pues al ver que la estrellita
a todos lados corría,
pensó que eran más de cien.

– Muy bien niño, será mejor que te rape, tienes un caso severo de piojos, pero tranquilo, el cabello te volverá a crecer.
<<Betito mucho miedo sintió, y a la enfermera gritó.>>
– ¡No! lo que pasa es que es mi lunar, no es un piojo, se está escondiendo, ¡yo cuido a la estrellita! ¡los lunares no son piojos, de veras! <<Mientras sollozaba y pataleaba>>

Después de un rato el pobre Betito pelón quedó,
y la estrellita muy asustada al espacio regresó.

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