EL TOTALITARISMO NO HA MUERTO

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El totalitarismo, si se toma desde la historia alemana, puede surgir con relativa rapidez, desde que Hitler se volvió canciller en 1933, hasta el inicio de la segunda guerra mundial en 1939, le tomó poco menos de diez años cambiar un sistema democrático a uno totalitario. En aquel entonces, la propaganda jugó un papel sumamente importante, pues a partir de plantear como enemigos a comunistas y judíos, y del temor de un posible golpe de Estado, Adolf Hitler logró un estado de excepción que hizo posible desaparecer a sus enemigos. Esto podría, quizá excesivamente, pero no imposible, verse con ciertos matices en la Guerra contra el Narcotráfico del gobierno de 2007 en México, y los supuestos peligros de un golpe de Estado con el que se intenta justificar una militarización en el país o el uso de la Guardia Nacional. Quizá se podría pensar que eran tiempos violentos difíciles de comparar con los actuales, pero sin duda aún hoy en día la propaganda podría también aplicarse, y de hecho se hace. Por esto, es importante analizar los peligros que el totalitarismo puede traer consigo.

Desde los gobiernos totalitarios de Stalin y Hitler han pasado ya varias décadas. Se dice que fueron los únicos gobiernos totalitarios y que por lo tanto continuar ahondando en el totalitarismo no tiene utilidad, pero Sartori sugiere distinguir entre el totalitarismo empírico, o un totalitarismo ideal-típicamente desde la noción de Max Weber. Bajo esta premisa, pide que se tome al totalitarismo en una metodología del tipo ideal, de modo que no se utilice para subsumir casos concretos, sino más bien como un parámetro, como un punto de referencia como sucede con otros tipos de sistemas hoy ya no existentes. El mismo Sartori, basándose en Friedrich, ofrece cinco características del totalitarismo:

  • 1) una ideología oficial
  • 2) un partido único de masas controlado por una oligarquía
  • 3) el monopolio de las armas
  • 4) el monopolio de los instrumentos de comunicación
  • 5) un sistema aterrorizante de policía

A esta lista se le sumó posteriormente una sexta, la economía dirigida desde el centro, característica que parece estar inclinada hacia el sistema Estalinista. Algunas de estas características también ocurren en sistemas democráticos, pero de momento abordaré algunos de los peligros que un sistema totalitarista apoyado en estas características pude significar para la vida de la sociedad.

En la actualidad, es difícil percibir una ideología oficial dentro de un partido político, incluso dentro de un movimiento político. No obstante, cuando una gran masa se reúne entorno a un conjunto de valores y creencias de forma dogmática, se vuelve peligrosa la vida en sociedad, pues se deja de pensar como individuo y se da paso al pensamiento de grupo o de masas, de esta pérdida de la individualidad el totalitarismo se abre paso para avanzar a pasos agigantados. Dentro de las redes sociales son recurrentes las famosas fakenews, anglicismo que popularizó Donald Trump, y estas fakenews, así como opiniones generales que no siempre se basan en hechos, han terminado, o han intentado, terminar con la carrera de académicos, políticos, personajes públicos, etcétera. De acuerdo a Arendt (fs.blog, s.f.) las masas que son de algún modo neutrales políticamente o indiferentes, pueden con facilidad convertirse en la mayoría en un país de gobernanza democrática, y el totalitarismo se refuerza de esta supuesta apatía de las masas en la cual el individuo se subsume. La indiferencia se alimenta del rechazo masivo del sistema político existente el cual se percibe como ineficaz y egoísta. Las masas son individuos furiosos contra los partidos y contra aquellas personas bien articuladas que de pronto se transforman en tontos y malvados que no han logrado cambiar nada para mejorar la calidad de vida, personajes con un lenguaje que juzgan de tono paternal, o demasiado condescendiente. El totalitarismo se beneficia de aquellas personas con una sensación de aislamiento, a las cuales las aísla aún más. Son estas personas aquellas que se perciben desconectadas del sistema que los rodea y/o abandonadas por el mismo sistema. A este tipo de individuos, el totalitarismo les demanda lealtad inalterable, incondicional e irrestricta. Este tipo de lealtad sólo es posible en un individuo completamente aislado, quien no tiene ataduras familiares, con amigos o compañeros, y sólo encuentra su lugar en el mundo en la pertenencia a algún movimiento, y el totalitarismo surge a raíz de este movimiento del cual los individuos aislados hacen su hogar, para defender dogmas que no están dispuestos a discutir con aquellos que viven privilegiados en el sistema actual. Como paralelismo, en la actualidad no se habla de judíos, a veces se hace de comunistas, pero se utilizan términos relacionados a pronombres gramaticales, movimientos sociales por las minorías, los indígenas, las mujeres, los afrodescendientes, entre otros grupos históricamente marginados. No hay problema alguno en la lucha de estos movimientos, como quizá tampoco lo había cuando se temía el dominio del comunismo en Alemania, no obstante, cuando se enmarca a los dominados en tercera persona, bien se puede percibir que quizá hay algo de fondo, lo mismo cuando el dogmatismo arriba y no se interesa en la discusión.

Con respecto a la economía planificada y a la monopolización de armas, en la Unión Soviética, toda la propiedad privada en los medios de producción fue incautada y nacionalizada por el gobierno comunista.  En el Nazismo no hubo incautaciones, pero las empresas privadas terminaron subordinándose a los dictados del Estado totalitario, de acuerdo a Sartori, esta diferencia en la economía es lo que diferencia al totalitarismo de Alemania del totalitarismo de los comunistas. Cualquiera de las dos posibilidades no debería permitirse en ninguna democracia, pues atenta contra la libertad de mercado, donde se eligen las negociaciones, las asociaciones, y el lugar donde se prestará la fuerza de trabajo, así como el modo de hacerlo, entre otras características. Ya con las armas, Stalin cuidaba que fuese el Estado quien se hiciera cargo de ellas, como quizá también sucede en muchas democracias, pero aun dentro del Estado, cuando alguien o algún grupo comenzaba a obtener cierto poder, Stalin los eliminaba por temor a algún levantamiento desde dentro, esto diferencia en gran medida la monopolización de armas en la democracia y en el totalitarismo. Lo cual se vuelve peligroso, pues la sociedad al no contar con armas, difícilmente podrá levantarse contra el dictador totalitario, y aunque no quisiera levantarse y simplemente usar la palabra, sería víctima de la coacción a manos del ejército o de la policía que seguramente derribaría cualquier intento de organización, porque el totalitarismo necesita que los individuos pierdan su individualidad y la otorguen al estado en su totalidad, crear grupos implica perder la homogeneidad de individuo aislado que el Estado totalitario requiere.

En cuanto al monopolio de todos los instrumentos de comunicación, el totalitarismo no hace posible una prensa libre, sino prensa oficial, todo aquello que atente contra el Estado es eliminado de nueva cuenta por el ejército o por el sistema aterrorizante de la policía. Es importante observar como en la actualidad de México, los periodistas aún continúan sufriendo el acoso del gobierno y de grupos delictivos, casos como el de Lydia Cacho, han figurado en el país a nivel nacional, pero a nivel municipal quizá haya otros tantos de los cuales jamás se llega a escuchar.

No obstante, más allá de eliminar a los periodistas haciéndolos morir o comprándolos para transformarse en la llamada prensa chayotera, los países con mayor infraestructura y poder, logran otro tipo de control, donde China es el mayor ejemplo de todos, pero que otros países también realizan, y quizá en un futuro no muy lejano se animen a llevarlo a las características del régimen chino. En esta modernidad, lo que vemos y hacemos en internet es registrado, evaluado, recompensado o sancionado. Redes sociales y empresas se han hecho de este tipo de funcionamiento mediante el big data, el cual se encarga de capturar tanta información como sea posible sobre el comportamiento humano en internet, y también a través de cámaras y micrófonos en los dispositivos móviles se realiza esta actividad.  Google tiene condiciones aceptadas en las que el micrófono captura conversaciones a fin de utilizarlas en el mercado, así como los dispositivos Alexa creados por Amazon. Esta tecnología, en manos del Estado o de una oligarquía que controla al Estado, es aún más peligrosa, pues las personas son seres afectivos más que agentes racionales, y más controlados por las emociones y no al revés (Haidt, 2012). Si el Estado es capaz de influir esos procesos y asociaciones que se encuentran en las emociones, se puede más o menos controlar a una persona. Si el estado o las compañías que le sirven al Estado, conocen mejor al individuo de lo que los individuos se conocen a sí mismos, entonces se abre la posibilidad de un dictador emocional que gobierna a los individuos sin su conocimiento o consentimiento. De acuerdo a Byung-Chul Han, el big data hace capaz la predicción de las respuestas de las personas en el futuro, por lo tanto, pueden ser manipuladas bajo esta premisa. Esto logra que las personas se conviertan en marionetas. El Big data produce conocimiento que permite el poder gobernante, y es justo el Big Data el que hace posible acceder y manipular la psique de los individuos sin que la persona afectada sea consciente de ello. Quizá a veces se ha preguntado por qué su página de inicio de youtube no es la misma que la de su amigo, o cuando busca contenido en Instagram obtiene distintas sugerencias. La razón es que mediante el big data se le ofrece a los usuarios contenido que se sabe les será irresistible. De pronto lo que comienza en un click en un video de 30 segundos, se transforma en varias horas en el transcurso del día, y en muchos de los casos, sin que los usuarios lleguen a percatarse de ello.

En conclusión, no hay quizá duda de que el totalitarismo debe evitarse a toda costa, no obstante, es importante recalcar que quizá el totalitarismo sólo ha cambiado su forma de actuar para llegar al mismo fin en un futuro dadas las características de los movimientos sociales actuales, así como el tipo de política del país asiático más fuerte en la actualidad. Y si bien algunas de las características que se le adjudican también son compartidas por otros sistemas, no debe olvidarse que el totalitarismo busca tomar la individualidad de la sociedad y la libertad de todo aquello que implica esa individualidad, a fin de hacer que se sacrifique por el colectivo. Del mismo modo, hay que denunciar que aunque no existan dictaduras totalitarias, bien podrían existir democracias totalitarias, lo cual no lo hace mejor.

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