“Los hombres llevan dentro de sí, no solo su propia individualidad, sino a toda la humanidad con todas sus potencialidades”

Goethe

Todos hablan y escriben sobre los millennials y les asignan características; es una generación perezosa y narcisista, pero también muy preparada y consciente. Hay a quienes les molesta ser señalados como tal o quienes se enorgullecen.

Es verdad que a nadie le gusta ser etiquetado, eso anula el carácter único de cada ser, y 80 millones de personas en el mundo no pueden ser iguales por el simple hecho de haber nacido en la misma época, entre los 80’s y el 2000.

Bien, empezare asumiéndome a mí misma como una millennial, ya que nací durante el periodo señalado, independientemente de cumplir o no con todos los elementos que se les adjudican; debemos reconocer que aun cuando toda persona es irrepetible, la sociedad, el momento histórico, arte, adelantos científicos y tecnológicos, entre muchas otras cosas, tienen influencia sobre todos y podemos observarlo. Con sus variantes, pero puedo afirmar de los millennials que:

No nos resignamos a trabajar como un deber únicamente, sino como expresión de una pasión y, sobre todo, con la intención de trascender, de dejar huella en este mundo por nuestras acciones. Por eso es que somos una generación mucho más consciente que las anteriores: Sabemos que la vida es una y queremos explorarla, viajar, estudiar y amar; sí, es verdad, lo queremos todo.

Se nos critica de adictos a la satisfacción instantánea, se nos tacha de inmaduros y egocentristas, pero hay una necesidad por humanizarnos que no está presente (con tanta fuerza) en otras generaciones; buscamos estar en contacto con el mundo, asumiendo compromisos. No es casualidad el auge de los movimientos ambientalistas, artesanales, éticos y alternativos para rescatar la riqueza cultural y promover nuevas formas de crear.

Pretendemos hacer más con menos porque así se presenta el panorama. Nuestros padres trabajaron duro, pero sabían que tendrían una pensión, para nosotros eso es incierto: los derechos sociales se desvanecen. Nacimos en la abundancia, sí, los 80’s y 90’s fueron décadas de despilfarro y quizá estamos mimados, pero ya nos alcanzó una crisis y se nos ha heredado una sociedad corrupta que persigue el éxito a costa de cualquier cosa, todo lo convirtió en mercados. Pero nosotros sabemos que eso no basta, preferimos trabajos flexibles para dedicar tiempo a otras actividades de crecimiento interior, aunque eso represente menos dinero.

Atravesamos un momento en que estamos tomando consciencia de cómo hemos vivido. Nunca en la historia un grupo se reconocía así mismo de forma tan definida; las trampas son el narcicismo y asumir los movimientos civiles como modas y tendencias, o sumarse a el emprendedurismo y la espiritualidad light, que disfrazado de ética, pretenden integrarnos al mismo sistema corrupto; el neoliberalismo juega en el miedo y confusión, genera consciencias superficiales. No es casualidad que el término millennial fue acuñado por la mercadotecnia, para identificar a un sector de consumidores potenciales, no a personas.

 

El mundo es uno antes y después de internet, y esa transición nos tocó encabezarla a los millennials. Nuestros padres y jefes en su mayoría no entienden por qué recurrimos a la tecnología para todo, no entienden el tiempo que nos ahorra, el acceso a información tan amplio y un sinfín de herramientas tanto profesionales, como personales. Así es, no todo es el face, estimados baby boomers, y no, no es posible volver a la época de la eterna calma, por linda que haya sido.

 

Siempre existe una añoranza de tiempos pasados y se enjuicia a los jóvenes, que de alguna u otra manera, somos producto de quienes nos señalan, así como la generación que viene está heredando consecuencias de nuestra forma de vivir; la belleza de la juventud radica en querer cambiar parte de lo que le fue transmitido, trabajando con sus herramientas busca transformar lo que ya es y ese ímpetu, esa fe, es tan valiosa y necesaria, sobre todo en momentos como éste, la era del progreso, que con toda su ciencia y tecnología, no ha logrado garantizar a todo individuo una vida digna y feliz. Para renovarnos como humanidad no podemos seguir haciendo lo de siempre, bien o mal, pero debemos actuar en un sentido distinto.

-Jazmín Lizárraga 

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