De vuelta al laberinto de la Poesía Mexicana (Primera parte)

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Hace un par de meses escribí un artículo titulado “¿Y la poesía, apá?”, que publiqué en un par de medios electrónicos e impresos, en el mismo invitaba a los lectores a contestar una encuesta sobre sus hábitos lectores referentes a la poesía. La intención era, tal cual lo dije en aquel entonces, “reunir los datos y la información suficientes para hacer un artículo sobre el tema de la poesía y sus lectores en México”. No creo que los datos reunidos sean los suficientes para hablar con superlativa autoridad sobre el tema de la poesía en nuestro país; sin embargo, considero que sí lo son para realizar un texto que, a partir de ciertas suposiciones surgidas de las respuestas dadas a esta encuesta, pueda poner en mesa de discusión varios tópicos referentes a quién lee poesía, qué poesía lee y, claro, por qué la lee.

Contestaron la encuesta un total de 123 personas, entre ellas estudiantes universitarios de filosofía, de literatura, normalistas; así como libreros, escritores, profesores de preparatoria y de universidad, una repostera, un ingeniero químico, un arquitecto, y un par de diseñadores, además de algunos grupos de preparatoria y secundaría pública que hicieron el total de 76 alumnos. Respondieron 18 preguntas que iré enumerando a lo largo de este artículo y en las que me detendré para analizar y reflexionar acerca de los resultados obtenidos.

Antes me parece necesario comentar que me fue difícil conseguir que estas 123 personas contestaran la encuesta; para la mayoría, incluso para las que leen poesía, es innecesario responder un cuestionario sobre sus hábitos lectores. Algunos mencionaron que les daba güeva, otros simplemente me dijeron que no veían la necesidad de una encuesta cuando ya sabemos que en México nadie lee poesía. Ya lo sé, les dije, pero sondearlo puede ser divertido; puede, incluso, que nos llevemos una sorpresa. Adelantándome un poco debo decir que no nos sorprenderemos mucho con los resultados, efectivamente nadie o –para no ser apocalípticos- casi nadie lee poesía. La poesía le interesa a poquísimas personas y a esas poquísimas personas es difícil hacerlas hablar del género como si fuera algo de lo que valiera la pena. Tal vez no necesitemos profundizarlo mucho, el lector como ser antisocial, arisco, es también egoísta y prefiere no dialogar con quien no lee. Pensemoslo un poco: las campañas en pro de la lectura las llevan a cabo los no lectores en su mayoría: las instituciones, los políticos, las organizaciones de bienestar social, las editoriales. Los lectores, incluso los escritores, son ariscos y más de uno prefiere encerrarse en su casa, con sus libros y despreocuparse por los otros que no leen. ¿Y si todos leyéramos no dejaría el libro de ser un espacio de culto, un sitio de exclusividad para los superdotados y los intelectuales?, ¿leemos para diferenciarnos de la chusma no lectora? A mí qué me importa saber los motivos del que no lee, si yo sí lo hago.

En fin que para conseguir que 123 personas contestaran mis preguntas tuve que ir más allá de las redes sociales y de mis conocidos –en su mayoría escritores y lectores habituales-, realicé el cuestionario a jóvenes con diferentes intereses a quienes les di un curso sobre fomento a la lectura y narrativa; también me ayudaron compartiendo la encuesta con algunos chicos de prepa y secundaría, más los que respondieron a través del correo electrónico, algunos conocidos y otros no. La idea era obtener no sólo respuestas de gente interesada en la poesía, sino también de gente que la lee de vez en cuando o que rara vez ha escuchado de ella; así, a pesar de que 123 no es un número suficientemente amplio para hablar de una generalidad en los hábitos lectores de nuestro país, sí nos permite –tomando en cuenta que no todos los encuestados son lectores consuetudinarios- darnos una idea y plantearnos más de una pregunta interesante sobre la poesía en México.

1.- ¿Lees poesía?

47 dijeron que sí, mientras que 76 dijeron que no. A pesar de que el 76 coincide con el número de estudiantes de preparatoria y secundaria que respondieron la encuesta, hay que decir que algunos de ellos (menos de 10) dijeron sí leer poesía; mientras que algunas de las personas con intereses literarios comentaron “ya no leerla”, o “leer muy poco”.  Es importante resaltar también que la gran mayoría de quienes respondieron la encuesta por medios electrónicos lo hicieron afirmativamente, pues sería muy raro que, por este medio, la encuesta llegara a alguien que no estuviera interesado en la literatura o que, simplemente, no leyera.

2.- ¿Has leído poesía mexicana, podrías mencionar a algún autor?

69 dijeron que sí, mientras que 54 dijeron que no. Podría parecernos curioso que la mayoría haya respondido afirmativamente, más si tomamos en cuenta que en la primera pregunta fueron más los que dijeron no leer poesía; sin embargo, esta segunda cuestión se refiere a si en algún momento de su vida la han leído, por ello fueron más los sí. En cuanto a los autores, se mencionaron un total de 32; entre los que destacan Octavio Paz, con 9 menciones; Sor Juana, con 8; Jaime Sabines, con 10, y Rosario Castellanos, con 5.

Efraín Huerta

Entre los otros poetas hay clásicos mexicanos como Villaurrutia (1), Efraín Huerta (3), José Emilio Pacheco (3), Amado Nervo (4), Gilberto Owen (1) o Pellicer (1); pero también se mencionó a poetas contemporáneos como Marco Antonio Campos (1), Francisco Hernández (1), Eduardo Lizalde (1), Julia Santibáñez (1), Armando Salgado (3), Cecilia Juárez (1), entre otros. Es importante comentar que quienes hicieron mención de los escritores más jóvenes fueron del grupo de encuestados que contestaron por medio de Facebook o por correo electrónico; es decir, del grupo de los lectores habituales de poesía, y también es importante hacer notar que quienes mencionaron a poetas jóvenes se encuentran en un círculo cercano a los mismos, y la mayoría incluso los conoce personalmente. Éste comportamiento se repite en varias de las preguntas subsecuentes: el encuestado nombra a los pocos poetas que conoce o a quienes conoce personalmente o de manera cercana. Lo anterior no incluye un juicio de valor, pero ya lo comentaré más adelante con detenimiento.

 

Octavio Paz

En lo que respecta a los poetas que más menciones obtuvieron hay que decir que los resultados son evidentes y tienen que ver, por ejemplo, en el caso de Paz -a quien muchos estudiantes de preparatoria y secundaria mencionaron- o Sor Juana -con quien sucedió lo mismo- con que se trata de arquetipos del poeta, personajes que se relacionan con “El Poeta” o con “La Poesía”; de sobra está decir que la gran mayoría de los estudiantes que mencionaron a alguno de ellos ni siquiera los ha leído, y para comprobarlo basta ver que entre las otras respuestas de los encuestados de nivel medio o medio superior se encontraba Frida Kahlo, Miguel de Cervantes, “el del himno nacional”, Pablo Neruda, Juan Rulfo; casos todos que nos permiten acercarnos a la concepción de poeta que manejan estos jóvenes. ¿Frida, Cervantes? Es decir, todo lo que entra en su esfera semántica de “cultura” puede bien relacionarse con el subconjunto de “poesía”. Viendo lo anterior no podemos pedirles que sepan que Neruda a pesar de ser poeta no es mexicano, o que Juan Rulfo fue narrador aunque a su prosa comúnmente se le agregue el adjetivo de poética.

Con Sabines fue diferente, todas las menciones vinieron de los encuestados por medios electrónicos, y un par de los estudiantes normalistas. Es más que interesante este resultado pues, primero, Jaime Sabines fue quien se refirió mayor número de veces, 10, lo que evidencia lo que todos creemos saber: que se trata de un poeta popular, pero ¿por qué los jóvenes estudiantes no lo ubicaban ni de nombre?, ¿será que a pesar de ser popular sigue sin ser institucional? Además, como veremos en la siguiente pregunta, fue Sabines también el más mencionado como poeta mexicano favorito, las menciones vinieron en su mayoría de personas con intereses literarios y escritores, ¿entonces? ¿Qué no se dice en el mundo literario que el chiapaneco es un poeta que apenas y gusta a los adolescentes, y que una vez se crece se deja de lado? ¿Será falso el mito del Sabines iniciático?, ¿estaremos olvidando que la poesía de Sabines sigue siendo poderosa no sólo para los jóvenes que intentan acercarse a la poesía, sino también para los lectores de cualquier edad que siguen leyéndolo y mencionándolo como un referente de la poesía mexicana?

 

3.- ¿Quién es tu poeta mexicano favorito?

En esta pregunta sólo hubo 19 respuestas diferentes, pues la mayoría de los estudiantes contestaron que no lo tenían. La lista de los más mencionados es casi idéntica: Sabines (11), Octavio Paz (9), Rosario Castellanos (5), en este caso Sor Juana fue mencionada sólo dos veces, mientras que Xavier Villaurrutia empata con Castellanos; le siguen José Emilio Pacheco (4) y Eduardo Lizalde (3).

Los poetas más jóvenes mencionados fueron A.E. Quintero (2), Fabio Morábito (1), Julián Herbert (1), quienes ya superan los 40 años de edad; también hubo una mención a Christian Peña, quien sería el más joven referido.

Rosario Castellanos

Sabines encabeza la lista de los poetas favoritos y creo que esta pequeña muestra puede no estar tan alejada de los gustos reales de los lectores de poesía en nuestro país. Octavio Paz también recupera territorio luego de su muerte, y no es raro rescatar a un autor que se consideraba institucional a casi 20 años de que falleció. Paz y Sabines siguen representando dos caras de la poesía mexicana, lo popular contra lo “culto”, lo transparente frente a lo críptico, la revelación frente a la búsqueda, y los lectores de poesía siguen divididos entre estas dos formas, pero lo más interesante es que a pesar de que ha pasado más de medio siglo de que estos dos autores estuvieran en su auge, las personas siguen mencionándolos como favoritos, ¿será que preferimos los clásicos imprescindibles que las arriesgadas novedades, o más bien será síntoma de nuestra apatía por la lectura de nuevos poetas, de nuestra pereza en cuanto a la poesía contemporánea? Los poetas más jóvenes que se mencionaron tienen más de 40 años (a excepción de Peña) y todos han obtenido premios muy importantes a nivel nacional e internacional; siguen luchando por un lugar en la biblioteca de los nuevos clásicos mexicanos, pero ¿cuántos años debe esperar un poeta para llegar al nicho de Paz y Sabines?

Jaime Sabines

En este sentido un caso a mencionar es el de Lizalde, quien podría ser el poeta mexicano vivo más “popular”, no sé si más leído, pero quien sigue siendo sólo mencionado por los lectores de poesía consuetudinarios, por quienes sí leen poesía. ¿Cuándo un poeta será mencionado también por quienes no leen poemas, como sucede con Paz o con Sabines, así como con Sor Juana?, y por último: ¿Servirá de algo que te mencione quien no te lee ni te leerá?

 

4.- ¿Has leído poesía mexicana reciente –escrita de 1990 a la fecha-?

A pesar de lo tramposa que pudiera resultar la pregunta, porque quién diablos va a fijarse si lo que lee fue escrito luego de esta fecha o no; en fin, lo importante no es la fecha en sí, sino saber si los lectores son conscientes de –más o menos- dónde se ubica temporalmente el autor o el poema que lee. Si pensamos que los poetas mencionados son en su mayoría personas muertas deberíamos empezar a preguntarnos si tiene sentido escribirla cuando al parecer a nadie le interesa la “nueva” poesía. Pero vamos a las respuestas:

De los 123 encuestados 86 respondieron que no, mientras que sólo 37 dijeron que sí. Del 90 a la fecha han pasado ya –y sí, aunque algunos jóvenes eternos nos aterroricemos- 27 años. Cualquier poeta joven que haya publicado a inicios de aquella década hoy debe rondar los 50 años, desde aquí nos es fácil ver que más de dos terceras partes de los encuestados dijeron no haber leído poesía reciente, o sea escrita hace 27 años por tipos que hoy tendrían cerca o más de 50 años. Esto nos deja sólo a 37 personas, entre las que no hubo un solo estudiante de prepa o secundaria, que dijeron leer o haber leído a poetas “jóvenes”. Y quiénes son estos lectores, sí: escritores o aspirantes a ello; pero incluso encuestados pertenecientes al grupo de los intereses literarios respondieron negativamente.

 

5.- ¿Cuántos libros de poesía tienes en casa aproximadamente?

Ya otras encuestas sobre hábitos lectores en nuestro país nos han comprobado que los mexicanos nos sentimos incómodos con libros en casa, sean de los que sean. Si ya los que nos obligan a llevar a la escuela nos estorban, imagínense todavía agregar mamotretos con historias ficticias, o peor: libros de poesía. A pesar de esto la pregunta no está de más, primero, porque la gente acostumbra a mentir cuando quiere quedar bien y, segundo, porque el hecho de tener libros no significa que los leamos y por supuesto tampoco es sinónimo de que hayan llegado a casa por nuestra voluntad.

48 personas dijeron que ninguno; 49, entre 1 y 10; 9 contestaron que más de 10; sólo 5 personas tienen más de 50 libros de poesía, y 7 más de 100. Los otros dijeron no saber o no contestaron.

En su generalidad estas respuestas son proporcionales a los hábitos lectores de quienes respondieron. Fueron los que tienen más de 10 libros los que leen poesía de manera cotidiana, pero prácticamente fueron los que tenían más de 50 los que respondieron afirmativamente cuando se les preguntó si conocían autores recientes, y estos mismos también mencionaron más nombres de poetas jóvenes en las preguntas subsecuentes.

Pero la pregunta aquí es ¿cómo llegan esos libros a sus manos? Por poner un ejemplo: yo tengo más de 100 libros de poesía en casa –cantidad muy inferior al espacio que ocupan géneros como la novela o el ensayo en mis estantes-; sin embargo, menos de la mitad los he comprado yo mismo, muchos me los han regalado: en diversos eventos literarios, los poetas entusiastas que enjaretan su ópera prima a la menor provocación, amigos míos que me dan sus libros o me presentan a un poeta que, según ellos, debería leer, etcétera. Algunos los he leído y me han gustado, otros no los he leído, muchos no me han gustado. ¿Qué pasa con ellos? Los olvido, se vuelven tan inútiles como el polvo que acumulan. Yo también respondería que sí, que sí he leído poesía reciente, mucha para mi desgracia. También diría que tengo más de 100 libros de poesía en casa, que leo más de 30 al año, pero eso no significaría en ningún caso que 1) esté apoyando al mercado poético mexicano (ja!), porque son raros los ejemplares que compro, 2) que me guste la poesía mexicana actual y 3) que tenga la calidad moral e incluso la capacidad intelectual para juzgar lo que es o no buena poesía en este país.

 

6.- ¿Cuántos libros de poesía lees al año, aproximadamente?

58 personas respondieron que ninguno; eso quiere decir que hay 10 que sí tienen libros del género en casa pero no los leen, o los leyeron y no volvieron a comprar uno más; como quien mantiene la foto del ex en su buró para recordar el daño que le hizo. 40 dijeron leer entre 1 y 10 ejemplares, y 16 encuestados leen más de 10.

En este punto tendríamos que mencionar que la poesía es el género más fácil y más difícil de leer. Y sí, nunca falta el gracioso que dice que escribir poemas es muy fácil porque ni siquiera hay que llenar la página completa; tampoco va a faltar el entusiasta que dicta que el verso es una unidad de significado que puede contener más belleza que una novela entera. No seamos exagerados y por supuesto tampoco nos volvamos unos fanáticos de la miniatura. Leer 10 poemarios, salvo alguna rara excepción, nunca será igual a leer 10 novelas; el esfuerzo físico será siempre menor en el primer caso y el ojo tardará más en leer una página entera que una sucesión de versos que “ni siquiera llenan la página”. Sin embargo la complejidad de la poesía no radica en leerla sino en entenderla (y uso este término sólo para facilitar la cuestión a la que voy); el poema, como bien dicen los entusiastas, trabaja con significados complejos y un verso debería ser una construcción semiótica de una potencia estética mayor a la de una línea de un cuento o una narración; lamentablemente la complejidad de la poesía no siempre radica en la potencia de su carga semiótica, sino en su pretensiosa oscuridad y su abigarrado encriptamiento –sí, así como suena-, cosa que, digámoslo, no es culpa de la poesía sino de los poetas. Leer a Nicanor Parra, a Sabines, disfrutar con Szymborska o reír con las Odas elementales de Neruda no nos tomará tanto tiempo como leer una novela, pero seguirá siendo igual o más disfrutable.

Varios de los encuestados, lectores frecuentes de otros géneros, mencionaron que no les gustaba leer poesía, que incluso la evitaban siempre que podían. ¿Por qué? Porque la consideran pretensiosa y aburrida, porque “no hay una historia”, porque “conozco a un par de poetas y son unos mamones”. La poesía es un género marginado, incluso entre marginados. Triste pero cierto y ¿justo?

7.- ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por un libro de poesía mexicana y actual?

28 personas respondieron que 100 pesos o menos, sólo 24 dijeron que más de 100 pesos; pero la sorprendente cantidad de 61 encuestados respondió que pagaría más de 200 (los demás no respondieron o dijeron que dependía de varios factores).

¿Quiénes fueron estas 61 personas? ¿Entusiastas amantes de la poesía? ¿Dilapidadores? ¿Benefactores públicos? Nada de eso, todos fueron estudiantes de secundaria, preparatoria y algunos estudiantes normalistas. Mientras que los que pagarían menos de 200, incluso 100 como límite, fueron los encuestados con intereses literarios. El factor común de los primeros es que no tienen idea de lo que cuestan los libros; consideran que “pagarían lo que fuera siempre y cuando me gustara”, pero ¿realmente lo harían?, ¿o sólo lo dicen porque es algo que nos han enseñado? El valor de los libros, nos dicen, el valor del conocimiento va más allá del dinero: el saber no tiene precio. Y qué pasa con el segundo grupo: los que sí leen pagarían poco o menos por un libro de poesía mexicana actual porque como conocedores no se arriesgan con un producto nuevo. Más vale malo por conocido que bueno por conocer, parecen decirse y basta pensar en las ediciones de Conaculta, en la colección de poesía joven de Tierra Adentro, ¿cuánto tarda en acabarse una edición de 1000 ejemplares cuando estos cuestan 60 pesos, 30 a veces? ¿10 años, 15?

Ni los que dijeron tener más de 100 libros, ni los que respondieron que leían más de 50 poemarios al año, estarían dispuestos a pagar más de 200 pesos por un ejemplar de poesía reciente.

 

[Próximamente la segunda parte]

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